Miriam & Carlos

diciembre 29, 2017

Carlos, sevillano, y Miriam, granadina, se conocieron en Granada hace siete años, en su último año de universidad a través de unos amigos en común.
Ésta es la última boda del año que publico, por ello, para hacerla un poco más  especial, os dejo la historia contada en primera persona, con todo lujo de detalles.

"Carlos me pidió que me casase con él en una de mis terrazas preferidas, la del hotel Eme de Sevilla. Allí, frente a la Giralda, y en un lugar emblemático para nosotros, le dije que estaba más que dispuesta a pasar el resto de mis días con él.

Los preparativos han sido meses de muchísima ilusión, nervios y algún que otro agobio. Desde el principio tuvimos claro que toda la organización de la boda queríamos llevarla nosotros, así como diseñar y decidir todos los aspectos de la misma; desde la gama de colores hasta los detalles más pequeños. Teníamos muy claro lo que queríamos, así que nos dedicamos a pensar cada uno de los elementos que consideramos imprescindibles. Después de eso, sólo nos quedó encontrar a los profesionales que más se ajustasen a lo que buscábamos.


Yo realicé una acuarela en tonos burdeos de una de las yeserías de la Alhambra y se las llevamos a Invitarte Invitaciones para que nos hiciesen toda la papelería. Ellos se han encargado de los misales, los conos del arroz, las invitaciones, el protocolo de mesas y el libro de firmas de nuestros testigos. La acuarela se terminó convirtiendo en todo un símbolo del día y nos acompañó en todos los detalles.
Mi ramo de novia, la decoración de la iglesia y la decoración del Carmen de los Mártires los realizó Carolina Bouquet. Pero hablaré de todos estos detalles más adelante.

Al vivir en Madrid la opción de buscar vestido se ampliaba y a la vez se me hacía más difícil. Mucho antes de pensar siquiera en nuestra boda, ya seguía a varias diseñadoras de cabecera, así que lo primero que hice fue pasarme por sus atelieres; sabía perfectamente cómo no quería que fuese mi vestido, pero había tantas ideas que me gustaban que no podía definir con claridad lo que iba buscando. Sin embargo, cuando crucé el umbral de Beba’s Closet todo cambió. Ese día, como todos los demás, me acompañaba mi hermana; conocimos a Carmen y se obró la magia: me probó una de las bases de los maravillosos vestidos de Belén Barbero y empezó a personalizarlo según le iba contando yo y en un santiamén tuve mi vestido “montado”. Mi hermana y yo nos miramos y ella me dijo: “Miriam, es tu vestido”.  Tan sólo esperé a que mi madre pudiese desplazarse de Granada a Madrid para que me diese su “visto bueno” y dejarlo todo cerrado. 


Diseñaron para mi un vestido de líneas puras en georgette de seda. Como adornos llevaba un cinturón bordado a mano y las hombreras bordadas y decoradas con flores de porcelana fría. Llevaba también una sobrefalda abierta en el centro de gasa, que le daba muchísimo movimiento.  También se encargaron de hacer mi velo, en tul de seda blanco, largo y con muchísimo rizo, como yo lo quería. Me lo regaló Marta, mi cuñada.




El resto de complementos se fueron determinando por el propio vestido: los zapatos, regalo de mi hermana, los hice en Uniqshoes, que también hicieron los de mi madre y mi hermana, por las referencias que tenía de ellos y por la opción que me daban de poder diseñarlos yo misma; fueron en ante color rosa bebé con tacón en caviar nude que desprendía pequeños brillos metálicos.


Como joyas llevé el anillo y pulsera de pedida, una pulsera rígida de oro blanco que mi padre le regaló hace tiempo a mi madre y lo mas especial de todo: unos pendientes que mi abuelo (fallecido hace poco) le había regalado a mi abuela.

Otro grandísimo descubrimiento y de las mejores cosas que me llevó del proceso de preparativos fue conocer a Ana, alma creadora de Cherubina. Por supuesto conocía la firma desde hace años, y había pedido algunos de sus tocados de invitada vía online, pero diseñar con ella mi tocado de novia ha sido una pasada. Yo quería que pudiese tener doble posición, hacia atrás sujetando el velo para la ceremonia y la cena y hacia delante para la fiesta; así conseguía dos looks en uno. Ana me entendió a la primera y de sus manos salió una joya en forma de diadema de flores blancas, rosas y doradas de porcelana fría, a conjunto con mis hombreras. ¡Creo que nunca tendré algo tan bonito y con tanto sentimiento!


Para rematar el conjunto, semanas antes de la boda me puse en contacto con Marta de Warm and Wild . Cogí un lazo en burdeos para el ramo, que completé con otro de pasamanería que compré en un anticuario de Sevilla, y otro en rosa empolvado que coloqué en la fiesta como sustitución al velo.




De la peluquería se encargó María Dolores, de Duo Peluqueros , por ser mi peluquera de siempre. El maquillaje fue obra de Katy, de Esteé Lauder, por la misma razón por la que confié en María Dolores.

Para prepararme, mi abuela me regaló unas zapatillas blancas de encaje, y camisón burdeos y bata blanca larga que me hicieron a medida en Sevilla.


Carlos llevó chaqué y chaleco en azul y camisa blanca hechos a medida en Derby, Sevilla. Los zapatos fueron negros, de Lottusse. Yo le regalé el pañuelo, de seda blanca de Hermés; como quería que fuese algo especial, le pedí a sus testigos que le escribiesen un mensaje y se lo bordé a mano. Mi hermana le regaló los gemelos, de Suarez y llevó también el reloj de pedida que le había regalado mis padres. Además, el día de antes, le mandé una carta en la que le contaba lo que había sido para mi todos los años de noviazgo y mis expectativas de futuro; a cambio, el me sorprendió con un ramo de rosas rojas que estaba esperándome en la habitación de hotel donde me preparé.

Mi hermana llevaba total look de David Christian y joyas de Apodemia, mi madre llevaba un vestido diseñado y realizado por mi amiga Dolores Garrido, quién también ha diseñado para mi en otras ocasiones.

Según me cuenta, Carlos también estuvo tranquilo ese día. A su madre, que llevaba vestido en agua marina de Antonio García, quién también hizo el vestido de su hermana, y a él los recogió su padre para llevarlos a la iglesia.

A mi padre y a mi nos recogieron en un Mercedes clásico, propiedad de unos primos de mi madre. Yo diseñé y realicé los adornos para las puertas: dos lazos blancos para las delanteras y dos ramilletes de nardos y eucalipto cogidos con lazo blanco para las traseras. También lo llevaba el coche de Carlos. Ese momento a solas con mi padre fue de lo más especial, él no me soltaba la mano y yo no podía ir más orgullosa de que me acompañase.



Llegamos a San Pedro y San Pablo a las seis de la tarde un 16 de Septiembre, no fui una novia tardona. En la puerta estaba mi amiga Chiqui, esperándome para recoger mi cola y mis amigas Carmen y María, que habían estado repartiendo los misales a los invitados. Carolina decoró la puerta con dos centros sobre peana de hortensias y lilios blancos sobre base verde, al igual que los centros del altar. Los bancos estaban decorados con ramilletes de flores, romero, falsa pimienta y eucalipto. Además, le encargamos a Pepa de Qué Arte Caligrafía que nos hiciese los carteles de las bancadas para nuestros familiares y testigos, en tinta burdeos.

Te puedo asegurar que la iglesia estaba preciosa, pero desde que me puse de cara al altar sólo tuve ojos para Carlos, ¡no podía dejar de mirarlo! Ni tan siquiera podría decirte quién estaba sentado en los bancos, a excepción de mis abuelas, a las que también localicé corriendo. 


Carlos y su madre entraron con la cantata nº1 47 de Bach; yo entré con mi padre, a solas, sin pajes, con el Panis Angelicus de Franck. De la música de toda la celebración se encargó el Cuarteto de Cuerda Nazarí.

Nos casó Juan Carlos, quién hizo una ceremonia preciosa, íntima, personal y con mucho sentimiento. El momento más emotivo fue cuando hizo subir a nuestras hermanas, que además llevaban las arras y los anillos, y las hizo dedicarnos unas palabras. ¡Todos acabamos llorando!



A todos nuestros testigos les regalamos un bolígrafo Parker, que había dejado en la mesa junto al libro de firmas. Les diseñé una etiqueta personalizada, en la que les explicábamos lo que significaba para nosotros que fueses nuestros testigos.



Los conos de Invitarte con el confeti en dorado, blanco y burdeos hechos por mi madre, los repartieron mis amigas Ana y Yasmina. Tras la salida nos quedamos un ratito con nuestros invitados, entre brazos y besos, en la placita previa a la iglesia, para después desplazarnos hasta el Carmen de los Mártires donde estaba apunto de empezar el cóctel y luego la cena. No podíamos dejar de sonreír, estábamos súper felices.






Para el Carmen, Carolina colocó una gran alfombra de coco en la puerta, junto a centros de hortensias, candelabros y dos olivos a ambos lados de las rejas. Nosotros queríamos que toda la celebración, cóctel y cena, se realizase en el mismo espacio, en la explanada, y por suerte nuestro número de invitados lo permitió. Al no tener cambio de espacio entre los dos momentos de la noche, le pedimos a Carolina que nos hiciese un arco, una puerta de entrada, toda de vegetación; costillas de adán, esparraguera… ¡Una pasada! Además, lo completó con grandes candelabros y aprovechó el lugar para colocar el seating plan.


Además, nosotros le pedimos que nos colocase un photocall en una de las esquinas. No queríamos lonas ni fotomatones, tan sólo tener Granada a nuestros pies. Nos diseñamos un banco con una jarapa blanca, cojines burdeos y grandes candelabros. Yo misma diseñé un cartel que anunciase donde estaba situado. Te puedo asegurar que fue todo un éxito y que todos nuestros invitados pasaron por allí. Además, con el atardecer de fondo era una auténtica preciosidad. 


Carolina también se encargó de los centros decorativos de la barra de quintos, de la barra libre y de la mesa de firmas que organizamos. En este último espacio colocamos una polaroid y un álbum que también nos hicieron desde Qué Arte Caligrafía. Por último, en la puerta del palacio colocó dos peanas con flores blancas y verdes y colgó caminos de encaje blanco desde los ventanales.






El Catering corrió a cargo de Miguel Ángel, de Sevilla, todo un acierto.  La coordinación entre todo el equipo, la atención y su maravillosa cocina son toda una tranquilidad; desde que los escogimos supimos que no nos fallarían. No quisimos puestos, mesa de quesos o cortador de jamón; queríamos que todo el protagonismo lo tuviese el Palacio y los jardines, optando por una decoración tranquila en los puntos estratégicos de los que ya he contado. 

Las mesas llevaban manteles en burdeos, sobre manteles en blanco y vajilla en blanco. Los centros de mesas también iban en verdes y blanco. En Papeleo, Sevilla, nos hicieron en madera los meseros, que mi padre barnizó y para marcar nuestros sitios encargamos carteles de madera en el Atelier de las Letras, que yo terminé montando con ramos de eucalipto.


También me encargué del Candy Bar: mesa de madera vista, con tarros labrados y bandejas de cristal, decorada con helechos y guirnaldas de luces. Servimos pastas árabes, frutos secos y chucherías en verde y rojo. 

Justo antes de la cena, al acabar el cóctel, Carlos y yo nos retiramos para asomarnos a saludar desde el balcón del palacio. Después, al bajar, para entrar a la cena, sonó “No matter where you are” de “Us the Duo”, canción con muchísimo significado para nosotros.


A nuestras invitadas les regalamos miel de Azahar de la Alpujarra y a los invitados Fino de Sanlúcar. Las etiquetas y cierres de las bolsas los diseñé yo misma y entre toda la familia y un par de amigas lo montamos para que quedasen colocadas sobre las sillas de cada uno. Además, para las parejas que se casaban después de nosotros les entregamos imanes y chapas de “This is cool”. También tuvimos un detalle con uno de mis testigos y mejores amigos: como era su cumpleaños le regalamos una tarta de chucherías mientras todos le cantábamos el cumpleaños feliz. ¡Fue divertidísimo!




Además, sobre unos atriles de forja colgamos notas de agradecimiento que habíamos escrito personalmente para cada uno de nuestros invitados. Te aseguro que mientras lo hacía derramé más de una lágrima de emoción. Creo que este tipo de detalles son los que más sentimiento le dan al día, haciendo que todo el mundo se sienta especial. Al fin y al cabo toda la gente que nos acompañaba había realizado un esfuerzo y queríamos que supiesen lo importante que era para nosotros y lo agradecidos que estábamos.

No entregué mi ramo, me lo quedé para mi y lo llevé como ofrenda a una ermita a la que mi abuela tiene gran devoción, en memoria de mi abuelo. En cambio, Carolina hizo dos réplicas que regalé a mi hermana y a mi cuñada. Un momento muy especial, tanto para mi como para ellas. ¡Se merecen todo lo que se les pueda dar!


Abrimos el baile con el Val nº 2 de Shostakovich. Queríamos algo clásico, para que nuestros padres pudiesen bailar con nosotros sin problema. Te puedo asegurar que no ensayamos nada; el viernes anterior, justo antes de la cena de preboda, estuvimos decidiendo qué hacer. Aún así creemos que quedó bastante bien. Después, les pedimos a nuestros amigos que saliesen a bailar con nosotros unas sevillanas; bailar unas sevillanas fue lo primero que Carlos y yo hicimos, a las pocas horas de conocernos, y son muy especiales para nosotros.





A principio de la noche, lancé un ramo de chucherías entre nuestras invitadas solteras (y alguno más que se coló)  a ritmo de “All the single ladies” de Beyoncé.

De la música se encargó Eduardo de MusiKaiser, quién hizo que la pista estuviese llena incluso después de que dejase de sonar la música; ¡nuestros amigos no querían irse! (y pos supuesto tampoco). Lo dimos todo en la pista de baile, fue sin duda la mejor fiesta que hemos tenido nunca.
Te puedo asegurar que fue el mejor día de nuestras vidas, hasta el momento. Lo disfrutamos muchísimo, reímos, bailamos y estuvimos rodeados de todos los que nos quieren y a los que queremos. La única pega que le ponemos es que pasase tan rápido.
Creo que todos deberíamos casarnos cada año, para volver a pasar por la misma experiencia. Es un día tan especial, tan lleno de amor, que es una auténtica pena que sólo pase una vez.





A nosotros no nos gusta ser mucho el centro de atención, así que los regalos nos lo dieron en la intimidad. Mi madre y mi hermana me regalaron un diario de todos los preparativos, en especial de las pruebas de vestido, con frases, dedicatorias y fotografías de todo el proceso. ¡Me hizo muchísima ilusión! Y para lo dos, nuestros amigos nos grabaron un video en el que nos daban la enhorabuena a ritmo de Siempre Así,  fue divertidísimo y muy especial. Además, la prima de Carlos nos regaló un kit para recién casados y mi mejor amiga una cesta para el desayuno de post-boda. ¡No podemos ser más afortunados de tener a toda esta gente a nuestro alrededor! "


Fotografías : Pablo Marto

Me encanta la sonrisa de Miriam. Es la cara de felicidad absoluta y plena de mi última novia del año. Qué mejor que acabar el año con una de estas sonrisas! ¡A sonreír se ha dicho!

Ahora a disfrutar de lo mejor, nuevo año, vida de casados. ¡Enhorabuena pareja!

Hasta el año que viene.

Besitos,
Carmen M.




































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